El futuro del papel


El futuro de la prensa en papel lleva en entredicho desde hace varios años. Las redacciones están cerrando, los quioscos cada día venden menos periódicos y los periodistas buscan nuevas formas de trabajo y medios diferentes que no estén en números rojos.



Las cifras que publican la Oficina de la Justificación de la Difusión (OJD) y la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC) con su Estudio General de Medios (EGM) muestran la problemática con la que convive hoy en día la información en papel.


Internet se ha convertido en una fuente de información inacabable y por consecuencia una forma de acceder a la actualidad gracias a su inmediatez. Aún así internet se encuentra con el problema de que su fiabilidad todavía se cuestiona muchas veces, pero al público parece no preocuparle demasiado, sobre todo si los medios en papel tienen sus versiones online que satisfacen las necesidades de gran parte del público, sin tener que gastar 1,20€ en la edición en papel, como se refleja en la gráfica. Desde 2008 la audiencia de los diarios cae en picado, mientras que el tráfico en la red crece casi sin control –aunque algunos expertos dicen que esa línea tiende a acabar siendo horizontal.


Los medios de comunicación en papel conocen esta realidad y parece que cada vez son más los que se atreven a apostar por lo digital y dejar de imprimir diarios y revistas. La red es más barata, inmediata, omnipresente y casi imborrable. El ejemplo lo encontramos en Newsweek, una de las revistas más importantes de Estados Unidos y del mundo, que ha cerrado su edición impresa para dedicarse exclusivamente a la web.

La solución parece entonces fácil. Cerrar las redacciones que se dedican a crear periódicos y dedicar los esfuerzos y los ingresos a las webs. Pero ¿y si los ingresos no llegan solo con la edición digital? La publicidad parece no estar del todo convencida en querer instalarse en internet y los propios medios por tanto no apuestan por sus publicaciones online. Los periódicos siguen sin crear contenidos pensando en la red sino que su intención es reservarlos para la quiosco y publicar lo mínimo en la web o lo que ya está caducado. Como ocurre con La Vanguardia: reservan sus editoriales y los platos fuertes, como la contra, para sus compradores y subscriptores, y su hemeroteca solo muestra periódicos que hace más de un mes que se publicaron.


Con esta situación parece imposible que la información acabe instalada definitivamente en la web, sobre todo si somos conscientes de que la gente consulta la información online de las principales cabeceras del país. Son pocos los que consultan diarios que solo publican en internet su información, por el problema de la veracidad. Además está la cuestión de que algunos medios online parece que han decidido hacer ediciones impresas debido a la buena acogida que han recibido sus páginas web, como Jotdow o Tinta Libre.


















Por todo ello, parece que al papel aún le quedan algunos años de vida, por lo menos mientras sigan vivas las generaciones que no han nacido con una tablet bajo el brazo. Las nuevas generaciones confían en la palabra digital tanto como la impresa, viven constantemente conectadas y no se han manchado nunca los dedos de tinta negra. En el momento que esa generación crezca puede que tengamos que hablar seriamente de la muerte del papel. Aunque esperaremos que no.


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